Desde tercero de primaria encuentro fascinantes a las matemáticas. Adoro a los números primos, a los cuadrados perfectos, a los intervalos pitagóricos y a Pi. El otro día tuve una hermosa plática con mi niña al respecto.
-16 y 19 se parecen mucho
-No, no se parecen en nada, el 16 es un cuadrado perfecto y el 19 es un número primo.
-¿Cuadrado perfecto?
-Si, el resultado de la multiplicación de 4x4, lo cual es la raíz cuadrada de un número entero, por eso se llama cuadrado perfecto, ahora el 19 es un número primo. No tiene ningún mínimo común múltiplo. es decir ningún número entero multiplicado por ningún número entero da cama resultado 19, así que si bien el 16 y el 19 tenían la confusión final entre 6 y 9 para ojos pequeñiitos, analizándolos entre si no se parecen en nada.
Unos cuantos días después estaba midiendo mi cabeza para hacer mi disfraz y empecé a repasar la fórmula: Pi es el resultado de la división de las veces que cabe el radio en el diámetro de un círculo. Mi topógrafa interior se rebeló- Mi cráneo no tiene forma de círculo perfecto... Pero la modista dijo... la cabeza no, pero el vestido si, entonces hice la división y corté mi círculo perfecto dentro de mi círculo perfecto.
Estas dos anécdotas son para ilustrar cómo un@ puede encontrar placer desde muy temprano en la vida a través del conocimiento de los números.
Placer, utilidad, utopía. Al pensar en la geometría Euclideana y la no Euclidiana de los últimos tiempos se expanden mis horizontes, mi habilidad de contar, mi escasa habilidad en pensar en abismos de tiempo que quiero pensar para poder hablar de dinosaurios, de evolución, de la velocidad de la luz.
quiero utilizar todo este recurso interno para explorar más lejos, ver y crear más belleza.
http://www.sciencedaily.com/releases/2010/11/101109102722.htm
los liga a un artículo que muestra evidencia de la conveniencia de hablar de matemáticas con los niños, desde muy temprana edad, a disfrutar de los números!
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